miércoles, 30 de octubre de 2013

De como conciliar la vida con el Candy Crush

Tengo que confesarlo.
Estoy enganchada al Candy Crush; ese juego malévolo en el que tu existencia se limita a juntar gominolas para romperlas y subir de nivel

Mi historia empezó hace unos meses, cuando mis pequeños retoños, un día volviendo del cole me dijeron: “Mama, tenemos que bajarnos este juego, que lo tienen Fulanito y Menganito y mola un montón”
Yo, pobre de mí, en mi afán de jugar con ellos a casi cualquier cosa, pues lo instalé y empezamos a jugar. Unas semanas después, mis hijos lo dejaron porque esto de los puzles está guay para un rato, pero luego empieza a aburrir un poco.

Y yo? Pues yo seguí jugando. Total, si voy subiendo niveles…, puedo alcanzar a Pedrito

En cierta medida, me recuerda un poco al Tetris de cuando éramos jóvenes (al que por ciento también me enganché) , con la diferencia de que en aquel entonces tenías que gastarte el dinero que te daban para salir todo el fin de semana, y cambiarlo en monedas de cinco duros que era lo que aceptaba la maquinita. Y aquello me hizo pensármelo un poco mejor

El hecho de no alcanzar nunca a Pedrito, me hace intentarlo e intentarlo y claro, como el también avanza, pues aquello es imposible y busco ratitos para seguir subiendo:

En la oficina, cuando bajo a fumar juego un poco…
…en los intermedios de Águila Roja o de Bones, también
…mientras espero a que los niños acaben de vestirse… me da tiempo
…incluso parada en un atasco conseguí pasarme una pantalla

El otro día estuvimos cenando con Pedrito, y me dijo: “Voy por el nivel 240”. Ahí se me atragantó la aceituna que estaba comiendo y tuve que hacerla pasar con una copa entera de vino. ¿Cómo puede ser que me mas lleve 90 pantallas de ventaja?? Aunque mi respuesta no se hizo esperar:

“Claro, es que tú no tienes hijos”
Esos hijos, que por cierto, han sido los que me han traído el juego y me han dejado sola con él.

Lo he decidido! En cuanto alcance a Pedrito lo dejo

lunes, 28 de octubre de 2013

Domingo de bicis y barro

Ayer domingo, después de unos cuantos días de lluvia, nos fuimos al campo a montar en bici. Madrugamos un poco, cogimos cada uno la nuestra, y nos fuimos a meternos por caminitos  de barro
Después de un ratito de ir pedaleando, la primera nos llegó de la mano de nuestra Pequeña Princesita, que el día anterior había recibido una bici por su cumple, y bueno,... primer charco de barro, primer enfado suyo porque se le había manchado su preciosa bicicleta.
Me costó un poco explicarle que con un buen manguerazo, la bici entera quedaría como nueva. Por la cara con que me miraba pude adivinar sus pensamientos: ¿En serio vas a meter mi bici nueva debajo de la manguera? ¿Estarás de coña, no?
Sin embargo la segunda fue mucho mejor. El Príncipe  Grande, haciendo de hermano mayor y para impresionar a su hermana, se metió en el charco más grande que encontró. Teniendo en cuenta que, aunque salimos a menudo a pasear en bici, nunca les habíamos llevado por barro y charcos, aquello me pareció un poco osado, pero aun así… ¿qué más daba?
 El tío iba lanzado, porque... ya se sabe, estos charcos cuanto más rápido se pasen mejor. Pues allí estábamos  los tres mirando como cruzaba cuando su bici, empieza a perder velocidad, y perder velocidad, y perder velocidad... hasta que se queda varada (en su sentido literal)
La imagen es real. La bici en mitad del charco, y los dos pequeños dando vueltas a su alrededor buscando una forma de rescatarla; En un momento dado, la Pequeña Princesa deja cuidadosamente aparcada la suya, pega un salto hasta el centro del charco, y cuando llega allí, sin pedir ayuda a nadie, se pone a levantar la bici varada
 La cosa se pone todavía mejor cuando su hermano se lanza detrás de ella (claro! no se iba a quedar en la orilla mientras su hermana le sacaba la bici del fango) y no habían pasado ni cinco minutos, cuando ya estaban  los dos metidos en el charco con el agua POR LAS RODILLAS!!!, y trabajando mano a mano para sacarla.
Por supuesto, no llevaban botas de agua, ni ropa específica, ni na de na... llevaban chándal  y zapatillas de deporte así que, cuando salieron del charco eran una completa mancha marrón que les cubría completamente desde la rodilla hasta el pie
Entonces descubrieron lo divertido que es llenarse en el barro. Pusieron esa cara suya de: estamos de aventura y nos atrevemos con todo!, (que, entre tú y yo,  no deja de darme miedo en algunos momentos), y empezamos todos a hacer carreras y buscar charcos para pasarlos cuanto más rápido y más cerca de otro mejor
La expedición acabó con bastante más de un par de rodillas manchadas, y los niños contando a todo el mundo su aventura. Seguro que los dos lo están contando en el cole ahora mismo
La verdad es que (salvo porque no llevé los buzos de submarinismo), la experiencia fue divertidísima para ellos y para mí, que por unas también estuve en estado de aventura… y por supuesto acabé para meterme directamente en la lavadora
No sé si hay algún videojuego de la WII o de la PS que hace lo mismo, pero ya sabéis que no es igual: las manchas son de verdad y el aire libre también, y os juro que me lo pasé mucho mejor que en el salón

martes, 22 de octubre de 2013

De vuelta...al cole

Hola a todos

Después de varios (muchos) meses en silencio, he conseguido volver. Y digo conseguido porque además del trabajo y los niños, también me he dedicado este tiempo a estudiar, ah! y hacer algún viaje que otro, así que me ha quedado poco tiempo para escribir

Por eso, antes que nada, empiezo pidiendo disculpas por el largo silencio
Y ahora al tema que me ocupa; la vuelta al cole

No me refiero a esa que hicimos todas las madres y padres, además de nuestros angelitos, en el mes de Septiembre- con sus carteras, sus uniformes, los libros, los babys... no; Y me explico

El otro día, estando de oyente en una conferencia, la presentadora lanzó al aire la siguiente pregunta: ¿Que es lo que no has aprendido en el colegio, que ahora echas de menos?

Ay! Se me ocurrieron tantas cosas...

No me voy a poner ahora a criticar el colegio y las cosas que no aprendí, (eso sería tema para otro blog), pero sí hay algo que he echado especialmente de menos, y es la informática y las tecnologías

Si, es un tema bastante de moda en la educación infantil, pero es que, es verdad que nos queda mucho camino por recorrer, y yo quiero aportan mi granito de arena a esta demanda cada vez mas extendida

Todavía hay muchos colegios que, por ejemplo, en quinto de primaria (que vienen a ser los once años de un niño), no existe la asignatura. El gran avance es que han puesto pantallas digitales en las clases. Si, eso está muy bien pero, ¿para cuando enseñarles a utilizar internet?, ¿explicarles sus ventajas y sus peligros?,¿sus aplicaciones?....

En el otro extremo, existen otros colegios que disponen de cursos de verano y talleres, en los que se enseña a los niños a desarrollar aplicaciones, o que a la misma edad de once años, van con tablets a clase y no con libros

¿No es esto lo que van a necesitar nuestros niños cuando sean mayores? ¿No debemos prepararles y facilitarles todas las herramientas que van a necesitar para desenvolverse y trabajar en un mundo digital?

Por mi parte, en casa, cada vez fomento mas el uso de ordenadores para escribir sus trabajos, aplicaciones para estudiar y desde luego, Internet (con control) para lo que necesiten

No digo que no deban aprender a leer, escribir, operar..., pero cuanto antes les demos herramientas que completen su aprendizaje y les formen para el mañana, mucho mejor.

Porque, casi sin darnos cuenta, el mañana ya está aquí